Una testigo, que había sido citada a declarar en relación a la denuncia por la presunta persecución a una policía local de Palma por su condición de lesbiana, denunció ayer ante el juez Penalva y el fiscal Subirán que ha sido amenazada. Esta mujer, que es policía local (aunque ahora desarrolla otra función profesional) aseguró a los investigadores que se siente amenazada y apuntó directamente hacia los dos agentes, que están identificados, que la visitaron hace algunas semanas en su lugar de trabajo. Entre otras cosas, además de señalarle una información que manejaban para perjudicar a la compañera que les había denunciado por prácticas homofóbicas, le recordaron que sabían dónde vivía. La mujer interpretó esta situación como una especie de advertencia, puesto que les dijo que cualquier tema referente a esta denuncia y a su relación con la denunciante debía canalizarse a través del fiscal o del juzgado.
La mujer explicó que en el mes de septiembre recibió llamadas y mensajes telefónicos del excomisario Rafael Estarellas, implicado en la trama corrupta. Le pidió si podía facilitarle su teléfono a dos compañeros suyos. La testigo intentó comunicar con Estarellas, pero no pudo. Ese mismo día, sin embargo, le llamó el actual jefe de la Policía Local de Valldemossa, al que identifica. Le dijo que se tenía que poner en contacto con dos policías locales de Palma y le comunicó que se trataba del caso de la agente que había denunciado incidentes de homofobia.
La testigo detalló también al juez que en octubre, mientras estaba en una reunión de trabajo, la interrumpieron para comunicarle que dos personas, que iban vestidas de paisano pero que se habían identificado como policías, la estaban esperando. Eran los dos agentes investigados. Le dijeron que habían sido denunciados, que era «una denuncia injusta» y que el objetivo era «llegar a Estarellas». Le comunicaron que iban a por la compañera que les había denunciado. Los dos le hablaron de un entramado orquestado por el fiscal para terminar «con el PP, Gijón y Rodríguez» y al preguntarles la causa por la que no lo habían denunciado en el juzgado, le contestaron que «perro no come perro». La mujer interpretó que los dos policías la intentaban utilizar por un incidente que tuvo con la policía que ha denunciado estos hechos y le hablaron de unos episodios profesionales que la denunciante habría protagonizado. Antes de despedirse le dijeron que sabían los dos domicilios que ella tenía, situación que provocó un estado de miedo en la testigo.
Tras esta contundente conversación la testigo afirmó ayer que se siente vigilada y controlada. Contó al juez que hace unos días notó mientras conducía que un coche la seguía. Fue detrás de ella hasta un callejón. No pudo identificar al conductor, ni tomar nota de la matrícula.
Además de ello, la declarante contó que a través de mensajes le comunicaron que los agentes utilizarían una asociación para atacar al fiscal y a la agente lesbiana que les había denunciado.
Fuente: diariodemallorca.es