violencia de genero

Elcorreo.com ha entrevistado a Arantza López, Fiscal de Criminalidad Informática en Bizkaia. Os compartimos la entrevista.

Es usuaria «no muy activa» de Facebook e Instagram, pero no tiene Twitter. «No lo he necesitado, para investigar he usado una cuenta ajena», confiesa la fiscal delegada de Criminalidad Informática, departamento que comparte con otras dos compañeras. Bilbaína, juró como fiscal en junio de 2007 y su único destino hasta ahora ha sido la Fiscalía de Bizkaia.

¿Cuándo y por qué se creó la especialidad?

– Formalmente en 2011, aunque ya existía desde años antes; yo estoy desde el principio, en 2008. Me lo propusieron desde la Jefatura y más por curiosidad que otra cosa, accedí. Y se creó por el avance de las conductas delictivas surgidas con las nuevas tecnologías. Era previsible que iban a avanzar, como así ha sido. Será la delincuencia del futuro.

El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. ¿Hay gente que no es consciente de que cuando insulta o amenaza a través de las redes sociales está cometiendo una ilegalidad?

– Ni cuando coacciona o publica fotos indebidas sin consentimiento, ni cuando entra en un dispositivo ajeno y utiliza la contraseña de Facebook de otra persona… Aunque cuando se la facilitara lo hiciera voluntariamente, también es un delito. Lo comparo con la utilización de las llaves del domicilio. Puede que en su día se las dejara, pero, una vez rota la relación, si esa persona entra en tu casa está cometiendo un delito de allanamiento de morada.

¿Por qué cree que nos sentimos impunes delante de la pantalla?

– Porque no ves a la persona a la que estás haciendo daño. No todo el mundo está dispuesto a pegar o insultar cara a cara, a romper la barrera visual. El ser humano suele empatizar, pero al hacerlo a través de la pantalla no tienes conciencia de lo que haces.

¿Qué otras prácticas habituales en las redes son delito?

– Las estafas, los actos contra la intimidad, injurias, vejaciones, amenazas, acoso, pornografía infantil en todos sus campos, posesión, distribución… Acceder a espacios remotos para visualizar contenidos (Streaming, donde no tienes que descargarte el archivo). Daños a servidores, ataques informáticos. Cualquier delito se puede cometer a través de la red, incluso el asesinato. Si entras en el servidor de un hospital, por ejemplo, y cambias las dosis de medicamento de un paciente le puedes llegar a matar.

Preocupa el ciberbullying entre escolares. ¿Cómo podemos proteger a los niños?

– El arma más efectiva, a mi juicio y al de mis compañeros, es la educación. Hemos dado herramientas a los menores, como el móvil, les hemos acercado a la red, pero controlar su manejo no es suficiente. En casa, en el cole, hay que decirles que es un instrumento que nos puede dar ventajas, resultar útil; pero también puede ser muy peligroso. No es igual insultar en el patio que hacerlo por las redes y difundirlo; es mucho peor, el daño se multiplica, porque es instantáneo y llega a multitud de personas y los efectos perduran en el tiempo, a veces para siempre y de una manera incontrolable. Un whatsapp lo puedo hacer desaparecer, pero si ya lo has difundido puede haber llegado a miles de usuarios. Los menores no son conscientes de la potencia de ese arma, enseñar a usarla me parece responsable.

¿Investigan muchos casos en Bizkaia de acoso a menores?

– Lo lleva la Fiscalía de Menores. Sé que han aumentado, pero no de forma desorbitada, y las penas son siempre las mismas. Reeducación, amonestar, utilización responsable, que empaticen con la víctima y el daño que provoca… Llamar gorda a una persona y pasarlo por las redes puede provocar un gran daño.

¿Y el sexting (envío de fotos y vídeos de contenido sexual) entre adolescentes?

– También ha aumentado por lo mismo, no son conscientes de las consecuencias de sacarse una foto en esas condiciones y mandársela al novio. Ni el que la difunde tiene el control, tampoco él es consciente. No es como un robo que empieza y termina en un espacio y ahí se queda.

¿Son los menores especialmente vulnerables en la red?

– Sí, claro, como en otro tipo de conductas. Insultar a la cara era más difícil que con la protección que te otorga una pantalla; incluso para uno mismo, hasta pedir perdón es más fácil por escrito que plantarte ante la otra persona y disculparte. Esa caución inhibitoria desaparece. Hoy todos los adolescentes tienen un móvil en la mano, cada vez antes. Vemos conductas con niños de 10 y 11 años y a esa edad son impunes, hasta los 14 no son responsables penales, por eso es importante a mi juicio la educación.

¿Cuál es el grueso de los delitos que investigan?

– Hay de todo, muchos patrimoniales, estafas sobre todo, y conductas contra la intimidad, accesos sin consentimiento a contenidos en redes. Para estos tiene que haber una denuncia, de lo contrario no se pueden perseguir. Estafas han existido siempre, pero ha cambiado el medio. El ‘phishing’ (suplantación de identidad), correos que te piden claves para que un tercero acceda a la cuenta y que el dinero vaya a un gancho o intermediario, va evolucionando, se ha quedado antiguo.

Un caso de ‘ballena azul’

¿Cuáles son las nuevas formas de delincuencia en la red?

– Últimamente estamos viendo a nivel empresarial pagos a proveedores equivocados. Una empresa recibe un correo electrónico del supuesto proveedor diciendo que ha cambiado el número de cuenta. Utilizan la cabecera del proveedor. Las empresas mandan el dinero a un tercero que no tiene nada que ver y es difícil seguirlo porque va a Hong Kong, China. Los malos seguramente están fuera de Europa, aquí no van a estar nunca. Requiere más cautela desde el propio perjudicado; antes de aceptar el cambio del número de cuenta, habría que contrastar, pero te fías.

¿Con qué dificultades se enfrentan a la hora de investigar?

– El problema de este tipo de delitos es que son transfronterizos y la cooperación internacional lleva mucha burocracia. La Policía es efectiva porque pone en marcha Europol, Interpol… Cuando tienes localizado el origen, la cooperación con Hong Kong o China es difícil. Con Europa o EE UU es más fácil, pero normalmente los servidores de pago están en países con los que ni siquiera hay convenios internacionales de colaboración y se pierde la pista. Alguna vez se ha conseguido bloquear la cuenta de destino y parte, no todo, del dinero.

¿Comprar por internet es fiable?

– Las grandes plataformas, como Amazon, tienen muchas medidas de seguridad, es la empresa pequeña la que tiene más riesgo. El comercio ‘online’ es seguro, yo compro por internet habitualmente y nunca me ha pasado nada, siempre utilizo empresas conocidas. Mis pasarelas de pago tienen medidas, pero todo es franqueable y te pueden engañar.

¿Han detectado en Bizkaia algún caso de ‘ballena azul’, el juego que incita a los menores a quitarse la vida? Sus compañeros de Gipuzkoa evitaron el suicidio de una joven el pasado septiembre.

– En Bizkaia sólo hay uno en investigación. Estaba en una fase muy incipiente, mucho antes de llegar a las 50 pruebas. El salto a internet del juego de la ‘ballena azul’ ha sido por imitación. Se sitúa el origen en Rusia y ahora son usuarios que están imitando, no es una organización criminal a nivel internacional que quiera atacar a los adolescentes.

¿En qué localidad se denunció?

– No puedo decirlo, la denuncia procede de la Ertzaintza. El de Gipuzkoa fue por Argentina y el de Bizkaia no va por ese lado, no tienen conexión.

Tarjetas de crédito

La fiscal confiesa que la parte más dura de su trabajo es «la pedofilia, tener que ver varias veces los vídeos para comprobar si hay conductas gravosas»

La última moda de los menores en internet pasa por desaparecer durante 48 horas de casa sin dar noticias.

– Lo he leído en los periódicos, a nosotros no nos ha llegado nada. En mi época era lo del tren, el juego extremo de aguantar en las vías. Son conductas que se van repitiendo, pero más evolucionadas.

¿Somos imprudentes en los pagos a través de internet?

– A veces sí. Todavía te salta un correo que pide que metas las claves o el número de tarjeta y hay quien las proporciona porque cree que se lo dice el banco. Las numeraciones de tarjetas se venden por internet porque sirven para comprar. Ellos (los delincuentes) van por delante siempre, son muy rápidos. Lo malo de nuestra especialidad es que es muy volátil, para cuando has desenmascarado una forma de burlar la ley, ya ha salido otra nueva. Necesitaríamos más medios, más policías, más investigadores… lo que pedimos siempre.

La relación con las distintas unidades de delincuencia informática de las policías será continua…

– Muy estrecha, sin ningún problema, enseguida levanto el teléfono. Más con la Ertzaintza, pero también nos llegan cosas de la Guardia Civil y la Policía Nacional, por ejemplo el 90% de la pornografía infantil, que son operaciones centralizadas.

¿Han aumentado los casos?

– Están estables, puede haber años que haya más, depende de las operaciones policiales, de descarga directa y distribución o posesión.

Contra la intimidad

Colgar un vídeo de una relación sexual sin consentimiento de la otra persona, ¿cómo se castiga?

– Es el caso Hormigos. Como antes no se castigaba, no había tipo penal, pero desde la reforma es un delito contra la intimidad cuando se difunde, aunque se haya grabado con autorización. Se castiga con penas de prisión (mira el Código Penal) de tres meses a un año y multa de seis a doce meses.

¿Qué parte de su trabajo es la más dura?

– La pedofilia, cuando hay menores implicados, tener que ver varias veces los vídeos para comprobar si hay conductas gravosas. Pueden ser uno o dos casos al año, pero conlleva otra implicación emocional que una estafa. La propiedad intelectual también da mucho trabajo, tenemos dos investigaciones que llegan desde Madrid, de la SGAE por poner a disposición contenidos a través de la red, los servidores no están aquí en España.

Fuente: elcorreo.com

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