El propio detenido, un joven alumno de 18 años de un instituto de la capital, reconoció los hechos cuando fue detenido por los agentes de la Policía Nacional y puso fin así al calvario que él mismo causó a uno de sus profesores en las últimas semanas. El joven, conforme a su confesión y a la denuncia interpuesta por la víctima, creó un perfil falso en la red social de contactos Grindr, destinada principalmente a un público masculino, y consiguió entablar una relación con el docente hasta el punto de que este acabó enviándole fotos eróticas, además de entablar conversaciones de contenido sexual a través de un chat privado. Una broma de mal gusto que el autor enseguida acabó elevando al nivel de delito, castigado con penas de hasta cinco años de cárcel, al difundir después tanto las imágenes como las conversaciones entre el resto de alumnos de la clase.
El propio joven, que fue puesto en libertad después de prestar declaración en la Comisaría –el juez decidirá ahora su futuro inmediato–, alegó ante los agentes que desconocía el alcance de sus acciones. Y el alcance está recogido expresamente en el artículo 197 del Código Penal como un delito de descubrimiento y revelación de secretos, castigado con penas de entre dos y cinco años de cárcel. Una broma, vaya.
Los hechos se remontan a mediados del mes de mayo, cuando el profesor contactó a través de la red social Grindr con otro hombre, en teoría, de 35 años, cuyas imágenes de perfil después resultarían ser tan falsas como su edad y su nombre. El caso es que entabló una relación de amistad con su interlocutor y acabó no solo teniendo «conversaciones de índole sexual» sino enviándole también «fotografías íntimas» ajeno, claro, a la verdadera identidad que se escondía detrás del perfil.
Un reguero de declaraciones
El caso es que la relación, siempre virtual, duró algunas semanas. Hasta que el profesor descubrió por causalidad que sus imágenes e, incluso, sus conversaciones privadas de la citada red social estaban circulando entre los alumnos de su propia clase. Así que acudió de inmediato a la Comisaría a interponer la correspondiente denuncia ajeno aún a quién era el autor de su difusión. Esto ocurrió a comienzos de junio.
Las características de la propia red, que permite geolocalizar a los usuarios a través de sus móviles, facilitó presumiblemente la labor de los agentes del Grupo de Investigación Tecnológica (GIT), que acabaron identificando al sospechoso, un joven de 18 años que resultó ser alumno de la víctima. Él mismo, según reconocería el martes, cuando fue detenido, creó el perfil, engañó a su profesor para que le enviara fotos eróticas y después difundió pantallazos tanto de las conversaciones como de las imágenes del docente a través de su móvil a un grupo de otra red social de alumnos del aula.
A la declaración del sospechoso en la Comisaría siguió la de los compañeros de clase que recibieron las imágenes, y que también podrían enfrentarse a penas de cárcel en el caso de que las hayan difundido.
El profesor lamentó que lo ocurrido, como es lógico, le ha causado «un grave perjuicio profesional y personal».
Fuente: elnortedecastilla.es